La palabra soufflé proviene del participio pasado del verbo francés souffller, que significa soplar o inflar.
En resumidas cuentas, se puede decir que esta receta se compone de dos componentes básicos, sin importar si se sirve como aperitivo, acompañante o postre. Estos dos componentes son: una crema a base de nata en la que se añaden los ingredientes escogidos (jamón, queso, espinacas, carne, chocolate...); y claras de huevo batidas a punto de nieve, que son las que le dan al plato esa textura tan característica.
Nosotros hoy lo haremos de jamón y queso, pero en la variedad está el gusto, así que os animo a que experimentéis con otros ingredientes, incluso dulces.
Comenzamos.
Ingredientes:
50 gr. de mantequilla.
50 gr. de harina de trigo.
2 cucharadas de mostaza.
250 ml. de leche.
4 huevos.
50 gr. de parmesano rallado.
200 gr. de emmental.
75 gr. de jamón serrano.
Sal y pimienta.
Aceite de oliva.
Preparación:
En una sartén, derretimos la mantequilla y le agregamos la harina. Sofreimos un minuto, añadimos la mostaza y seguimos cocinando sin dejar de remover.
A continuación, añadimos la leche y le hacemos hervir removiendo continuamente. Incorporamos los tipos de queso y esperamos a que se derritan. Salpimentamos nuestra mezcla, la retiramos del fuego y la dejamos enfrian ligeramente.
Por otro lado, separamos las yemas de las claras de los huevos y mezclamos las primeras con el jamón, que habremos cortado en trocitos pequeños. Una vez bien ligados, añadimos esa mezcla al contenido de la sartén y buscamos hacer con todo una masa homogénea.
Las claras de los huevos las montamos a punto de nieve y las incorporamos al resto de ingredientes con movimientos envolventes y mucho cuidado, para que se bajen lo menos posible.
Terminamos vertiendo nuestra mezcla en un molde engrasado con aceite de oliva y horneándolo a unos 180 ºC durante 45 minutos (es importante que el horno no se abra durante la primera media hora para que el soufflé no se baje).
Espero que os guste.
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